Cuando un hijo es secuestrado, robado o se extravió la vida nunca vuelve a ser igual; la familia, en particular los padres, vive en una perpetua angustia y preocupación, es una especie de mutilación.
En México no hay cifras oficiales sobre el robo y extravío de menores, pero algunas organizaciones no gubernamentales como la Fundación de Padres y Madres de Niños Perdidos estiman que 500 mil menores han desaparecido en los últimos cinco años.
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